lunes, 23 de febrero de 2015

Conclusiones de autobús un día de buena suerte.









El mundo va muy deprisa, y soy de las que se deleita al caminar despacio.


No hay lugar para los que respiramos vida cuando observamos.


Somos los buscadores: aprendemos cayendo y resurgiendo tras el golpe en el estómago – o en el corazón – pero también nos hacemos más sabios cuando miramos; y vemos a través de los ojos de las personas, que son los espejos del alma que dormita dentro.


Somos conscientes de que hay algo más que horas encadenadas a una rutina que se asfixia entre humo y asfalto.


Que se puede escapar abriendo la puerta de atrás; la que lleva a una bosque plagado de raíces de palabras, latidos de corcheas, sonrisas regaladas, miradas que provocan sístoles y diástoles magnéticas...


Hay algo más.


Es una intensa forma de concebir los días,
de beber cada gota del momento presente.


Aquí y ahora.




Instantes.