domingo, 30 de junio de 2019

Dar y recibir.











El "poco a poco" se ha
convertido en un mantra
que no puedo cumplir
desde que aterrizaste
justo
aquí:
en mi pequeño
campo de minas
particular.


Mi subconsciente
rememora los ángulos
de tu risa,
que se me han clavado
en las costillas
y ahora dueles
cuando respiro.


Le doy la vuelta
a los miedos,
por si en la cruz
encuentro algo
de valentía,
un atisbo de ese empuje
que a ti te sobra
y a mí me fascina.


Intento no agarrarme
a tus suspiros
cómo si fueran
el último borde
que me salvaría
de caer al fondo de mi
propio precipicio infundado;
Y a pesar de eso,
siento que ya lo estoy haciendo.


Que te me has colado
en las entrañas
y ahora quiero cuidar
cada uno de tus días;
y llenarlos de luz, 
de insomnio,
de carretera
y de toda la música
que me cabe en las manos.


Que me afano en no correr
porque me aterra 
que lleguemos a meta
y sólo nos quede
el premio de consolación;
pero es que esta brisa
que traes contigo
me despeina el alma
y me hace latir
más que nunca.


Y tengo que admitir
que sabes a primeras veces,
a inocencia,
y miradas limpias;
a besar con ojos cerrados
y poros abiertos;
a rozar sueños
y acabar haciéndolos realidad.




Esta realidad.





La nuestra.