Me has arañado
un trocito de fe
con las pestañas
y ahora no quiero
lamerme la herida.
Que sí,
que te has llevado parte de lo que soy y lo que siembro
y estoy justo encima del punto de no retorno.
Dime tú, qué hago yo ahora
con esta duna
que crece grano a grano
y se me amontona en la tripa.