dilata el tiempo y la distancia
nos vence,
me precipito al vacío
que deja tu cuerpo
eco de la tierra
escribo para hurgar
en el perdón tibio
donde nace y muere
la herida
y tú vuelves luz rutilante
a golpear el mundo
para
acariciarlo
después
dilata el tiempo y la distancia
nos vence,
me precipito al vacío
que deja tu cuerpo
eco de la tierra
escribo para hurgar
en el perdón tibio
donde nace y muere
la herida
y tú vuelves luz rutilante
a golpear el mundo
para
acariciarlo
después
Hay un llanto tibio cráter que implora el perdón del sexo que fue silenciado tantas veces que ya casi es un reducto de ceniza. Nace un mantra lento denso que me flota en la frente y repite sana la herida que ya no escuece que está cosida a golpe de coplas. Se abre paso un ardor aprendiz absuelto de culpa inerte que abraza y arrulla hasta que caigo rendida y despierta desaforada dejando la ruina atrás.
.
..
...
....
[...] hemos conquistado este instante sin saberlo,
y la pereza de los domingos lentos
cuando pareciese que el mundo hubiera sido
creado para nosotros;
hablamos de bautizos y oleaje,
del futuro
y de la luz anclada
en nuestros tobillos [...]
.
.
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