Y
pasarán las horas.
Los
días se harán más largos
-así
tendré más tiempo para
echarte de menos
y tener conmigo tu
ausencia-.
Pasarán
las tormentas de abril
y
caminaré pisando charcos,
puede
que mojando mis zapatos,
o
mis pies desnudos.
Pasarán
las personas,
algunas
dejando huellas
en
el asfalto de mi cabeza.
Pasarán
el silencio y la calma,
pegando
en la puerta de mi piel cálida.
Pero
tu sonrisa se quedará.
Quedará
el latido de aquel sábado,
cuando
de noche entre la gente
nos
dio por colisionar las miradas.
Quedará
mi euforia infinita
y
el parar del tiempo
cuando
estás y no estás.
Quedará
tu espíritu inquieto,
cosido
a la espalda del mío;
ya
sabes, ellos ya se conocían
en otra vida.