viernes, 25 de abril de 2014

Revelaciones.










Y entonces me di cuenta
de que el centro del mundo
no era mi ombligo
ni el tuyo.



Era un manantial
infinito
de ideas y eurekas
que ganaban fuerza
a medida que el reloj
y sus manecillas
avanzaban rápidamente despacio.



De él se abastecía un campo
sembrado de sueños inquietos,
voraces,
ávidos de alzar el vuelo;
sin miedo a que las alas acabasen partidas.
sin pesadillas contra las que estrellarse.



Era un torrente de ilusiones
que hoy madura,
que crece,
que se hace gigante.



Era un lienzo sin principio
sin punto y final;
de colores fuertes.
Rojo pasión. Amarillo solar.
Luz etérea,
que ciega
y siembra sonrisas.



Eso era el centro de todo.

Eso es el centro.


Luz que guía.


Luz que ciega.


Luz que inspira.












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