En la sala de espera
Podría
seguir jugando
a
dibujar tu piel
con
la punta de mis dedos
sobre
un lienzo de aire,
castillos
de papel
y
sueños nómadas.
Podría
seguir planeando
cada
uno de los pasos
que
me acerquen a tus costillas,
donde
guardas lo bueno.
Lo
perecedero.
La
sal. La hoguera.
Podría
seguir recreando
cada
palabra,
cada
acento,
y
construir con ello mi universo,
donde
plantar semillas de luz
de
deseos inmortales.
Podría
seguir escribiendo:
llenaría
páginas de ganas y palabras
con
el único fin de alcanzarte,
de
tocar alguna de tus fibras escondidas,
de
encender alguna bombilla,
y
que fluya la imaginación.