martes, 31 de marzo de 2015

Vértigo y pólvora.


Vértigo y pólvora.





Pólvora.

Miradas fugitivas, huidizas.

Terreno vetado.

Palabras estancadas 
en callejones sin salida.



Impulsos herméticos 
que crecen 
a medida que aumenta
el número de suturas
compartidas.



La asfixia se torna hábito
cuando colisionan en sueños.



Para ellos
respirar es sentirse cerca,
a pesar de los muros 
de decepciones acumuladas,
que intentan alejarlos.



Se esfuerzan
por dar sentido
a caudales de pensamientos
recién paridos.



Avanzan - luciérnagas ciegas-
a golpe de pulsiones
buscando, entre la multitud,
una luz que les haga palpitar 
a fuego lento; no llega.



Se les secan los párpados
de tanto fijar la vista
en cuerpos vacíos de continente
y contenido.



Su esperanza es creer que
a base de escarbar observando
conseguirán hacer rimar sus tierras,
aunque sean, desde un principio,
greda baldía.




Saben que todo es en vano,
que lo único que les queda
es dejarse arrastrar
por la fuerza del caudal.



O apagarlo. Extinguirlo. Exterminarlo.

:

:

:


Tras concederse
un minuto de silencio blanco,
encuentran la respuesta
al llegar al epicentro de sí mismos:




Sólo hallan el vértigo
de ser valientes. 






domingo, 22 de marzo de 2015

Conduciendo con música en los dedos.










Como saltar al vacío
desde el bordillo de la acera
más sucia de esta ciudad
vacía de tanta gente.



Como inventarme su sonrisa
y pedirle perdón después;
porque fantasear con milagros
debe estar considerado delito.



Como violar el tiempo
y las señales que ignoras
hasta que te pasan por encima
como un huracán de ideas imposibles.



Como atropellar al polvo
que entra por tu ventana
con la mirada, y negarse
a pagar la multa por observar.



Como burlarse de la distancia
y el falso mito de que separa corazones,
cuando el sentir no entiende de medidas
ni de salidas de emergencia.


Como tú.


Como este momento.


Como el ahora.







domingo, 15 de marzo de 2015

Conclusiones una mañana de domingo (I)









Hay vaho
sobre las palabras
que navegan a través
del cristal de tus labios.


Voy a quitarlo
-desempañarte las verdades-
porque quiero ver
más allá,
estar donde nadie oye,
saber lo que nadie pregunta;



Compartir este tramo
del camino,
en el que nos hemos cruzado.
Porque hemos coincidido
en la bifurcación del sendero
y voy a susurrarte la contraseña
-entre sonidos cadenciales,
forasteros, huidizos-
para que puedas vivirme.








sábado, 7 de marzo de 2015

Desde la barrera del sonido.









Qué fácil es colonizar miradas
desde la barrera de tu fortaleza;
buscar ápices de destellos
fugaces, infinitos,
de los que se clavan en las retinas.



Desnudar miedos con la boca cerrada
y el corazón en un puño apretado,
asiendo sueños desdibujados
con la otra mano,
mientras el tiempo te condena
-un día más- a clavar los pies
en tierra firme.



Tantear las palabras,
medirlas con sumo cuidado
para que ninguna se atreva
a volar hasta donde entrañas
y razón se baten en duelo.




Difícil ser valiente
cuando sentir es lo último
que se pretende;
cuando se acallan suspiros
entre redobles mudos
y pedales escondidos.