Hay una
sombra (fugitiva):
corre
detrás de un cuerpo
apuñalado
por los pensamientos
que huyen de
sí mismos.
Su destino
va más allá
de donde la
piel
pierde su
nombre;
en el lugar
donde la identidad
carece de
sentido
y un tatuaje
vectorial
reza por
todas partes
una palabra:
huye.
Deja que sus
pies
bailen al
son
de un suelo
encharcado
de
cicatrices (fugaces).
Fabrica un nuevo oxígeno
plagado de
luces nocturnas,
que huele a
ecos brillantes
con
principio y sin final.
Corre con
las zapatillas de ballet puestas
hipnotizada
por la inercia
de una idea
de belleza ficticia
pero cosida
a la perfección
a sus
costillas.
Y así,
seguirá avanzando
posando su
mirada curiosa
en cada
piedra del camino
haciéndose así cada vez más grande
su colección
de tropiezos
y sueños
desnudos.
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