Hay
algo
en su forma de atrapar
el silencio entre los labios.
Un magnetismo infinito que comienza en sus pestañas
y se expande sin compromiso ni brújula
entre las manos.
Algo
en su corazón de cera
que se derrite con agua de mar,
arrecifes de preguntas todavía por dibujar
en el mapa de su corazón
y horizontes que otear siendo ajeno al tiempo
- siempre es mejor apartarlo del camino
cuando sentimos que es un obstáculo-
Algo
en sus mejillas de algodón
y su pelo de miel y tierra
que no es del mundo que pisamos:
es de ese cielo
que pocos tiene la suerte de rozar
con la punta de la inocencia.