Se anudan en sueños. Fusionan palabras y las ordenan para darle un sentido total utópico a sus emociones. Justifican así luego sus pasiones y las vuelcan en alguien que creen querer conocer pero todo pertenece a sus cabezas. Orbitan unos alrededor de otros. Orbitan y los nombran sol y el resto de la vía láctea deja de importar porque se aferran al calor y a la luz del otro y hacen de eso su todo. Olvidan la ligereza de lo fortuito porque todo ya está planeado por sus cabezas y no hay vuelta atrás posible. Cuando su sol muere y la luz se apaga de repente caen en un vacío irreal que duele y asfixia y quema y les empuja al punto de partida pero ya son más viejos y están más cansados. Y con el paso del tiempo, en sueños, la inercia hacia el fallo hace que vuelvan a rascar la ilusión de volver a querer a otro individuo como si fuera viernes, completamente viernes, se aferran a esa ilusión como si fuese su último aliento de vida. Y vuelven a empezar. Otra vez. Así hasta nunca.
.
.
.
.
.
.
.
No hay comentarios:
Publicar un comentario