miércoles, 22 de octubre de 2014

Te dejo entrar.









Porque confío en que, a veces,
la respuesta sencilla es la correcta,
la intuición es cristalina como el agua,
la suerte se esconde detrás de una mirada,
la música también usa los silencios como arma,
la distancia es simplemente una palabra,
vacía, sucia y sin esencia.



Porque quiero
dar de baja a las suposiciones
y confiar en las certezas,
regalar mi confianza
a quien cumpla los requisitos para merecerla
abrigarme con nuevos sonidos,
que me inyecten vida en vena,
dejarte espacio y que lo tomes
poco a poco.



Porque me atrevo
a recitar mis defectos en voz alta,
y preguntar por los tuyos, sin juzgar;
a despegar los pies del suelo
- aunque sea unos minutos: lo prometo-.
A indagar, libre, en tus llagas
con la simple intención de trazar
el mapa de tu vida,
firmado con mi nombre, en una esquina.



Por eso,
y por todos esos motivos
que aún no he contado,
te dejo entrar
a esa habitación de mi misma
donde ni siquiera yo he estado:
supongo que esperaba que llegases
y me cogieses de la mano:
aún desconfío
de mi lado fértil.








No hay comentarios:

Publicar un comentario