- Préstame tus
ojos-
te rogué en
silencio
desde mi vientre
cuando tus palabras
humildes, blancas,
atravesaron el cielo
como bengalas,
iluminando la noche.
Préstamelos
sólo por un
instante,
que me encargaré de
hacerlo eterno en mi
memoria,
como el niño cae
hipnotizado
al escuchar su
cuento favorito.
No lo sabes,
pero desde que
aterrizaste
has plantado tu
semilla de inocencia
en mis manos
obreras,
y sólo pienso en
desplegar alas
y volar en dirección
a tus cicatrices,
a tus costuras.
He vuelto a recordar
gracias a la
sencillez
de tu boca
trasparente
que mi credo es
reconstruir el arte;
que vivo para
conquistar el presente:
que
creer
es
crear.
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