sábado, 2 de febrero de 2019
Diario A.
Me das la vida, me la quitas y me la devuelves con una sonrisa, revuelta y llena de caos. Y tu olor me adormece, como una nana que susurra buenas noches. Quiero pedirte que te quedes, pero no puedo, porque estás aquí sin ser consciente de que hundiste los pies en mis tierras baldías, sin más abono que la cordura y un par de versos cojos, que no tenían padre hasta que apareciste con los brazos abiertos. Y me despojo del tiempo y me hago minúscula a tu lado; quiero - necesito - olvidarte, pero estás encadenado a mis ideas y la musa se fuga cogida de tu mano cuando nadie os vigila. Ojalá te vieras cómo yo lo hago: nunca te sentirías solo, porque la inspiración siempre estaría contigo.
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