miércoles, 5 de noviembre de 2014

Reeducar.












Quiero reeducar a la distancia
y enseñarle que los kilómetros
no son una medida lógica
con la que separar cuerpos y almas.



Ser coleccionista de momentos,
absorber cada suspiro,
rezar para multiplicar los minutos,
hacerlos cuidadosamente eternos.



Aprender a que el tiempo
nos espere sentado
mientras brillamos
hasta quedarnos sin aliento.



Aullar a las aceras
y que nos abrace la noche,
mullida y espesa, sintiendo como
la juventud inunda nuestras arterias.



Fotografiar la libertad
escondida en los vagones
de un tren por coger,
distinto al de ayer.




Declarar la inmortalidad
como forma de vida.








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