Hay un espíritu que me crece dentro:
fruto de unas semillas que llevan
plantadas desde que tengo conciencia
de la existencia de la luz
en algunas miradas.
Te veré hacerte grande,
y rozar las nubes con las puntas
de tus sueños,
que ya son vida
y no un espejismo inocente
fruto de deseos de infancia.
Caminaré a tu lado,
y haré de tu risa mi rutina,
recogeré tus lágrimas
para regar los árboles
de un bosque que perdurará
más allá del espacio y del tiempo.
Respiraré a mi propio compás
mientras escucho el tuyo
entre suspiros de alivio;
satisfechos, admiraremos
nuestras arrugas llenas de historias
y mitos cargados de heridas de paz
-que no de guerra-.
Y ahí estarás.
Allí estaré.
Labrando caminos,
buceando en el aire
hasta que nuestros brazos
se cansen de tanto abrirse
amando.