Voy a quemar el tiempo
y a recoger sus cenizas
para guardarlas en un cajón,
junto con todos los recuerdos ásperos.
Abriré una nueva etapa
cerrando ventanas
por donde entraba humo
y señales equivocadas.
Dominaré el arte
de esparcir mi inspiración
a favor del soplo de tu frescura,
anudando tu luz a mi dedo meñique,
para que no se pierda entre la calima.
Y compraré una nueva cama
donde soñar despierta,
desde la que darte los buenos días
cuando las estrellas nos miren celosas
mientras brillamos, más incluso
que ellas.
Cogeré las riendas
de mis latidos desbocados
-es inevitable no conducir en
quinta
por la vida cuando te tengo cerca-.
Y aprenderé a dejarme alterar
por tus cuerdas y tus manos,
a que despiertes mi alma
y sus instintos secundarios,
a que naden las risas sumergidas
bajo arrecifes y escombros de escarcha.
Y que en el camino
renombres mis ganas de vivir los días
mirando con unos nuevos ojos
rodeada de versos,
música,
nuevos sonidos.
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