lunes, 23 de julio de 2018

Que arda.














Tengo mi corazón
hundido en su tierra.
Mi blusa anudada
a sus manos gráciles.
Y todas la palabras
de mi diccionario
caben en tan sólo uno
de sus silencios.


El contacto a través
del aire que ambos
respirábamos
duró el tiempo
que tarda una cerilla
en arder.



Lo suficiente como para calar.



Lo justo como para doler.



Y  oler su ausencia plagada  de luz.











sábado, 5 de mayo de 2018

(Sin título)












La noche.



Las ganas de besarte los párpados.



La luz que emitimos.



Un viaje con punto de partida y sin llegada establecida.



La resistencia.



Las distancias, largas y justificadas.



La mente corriendo veloz hacia ninguna parte.



Mi cuerpo con el freno de mano puesto como forma de vida.



Los minutos que suspiran mientras los respiramos.



Un aquí y ahora que es lo único que nos pertenece.




Lo que es meramente tangible.



Una promesa sin palabras.



Un hilo rojo que nos une, sin habernos dado cuenta;

que estaba anudado ahí, desde el principio del final.



Todo esto, 

intocable, 

que emerge

sin etiquetas;

sin apellidos.









lunes, 23 de abril de 2018

Magia.












Y entonces... sucedió.


Se enamoró.


Cuando menos quería.
Cuando más lo evitaba.


Provocó un holocausto en sus venas
y la inspiración comenzó a arder entre sus manos;
le prendió fuego a sus miedos,
derribando todos los muros que,
con cuidado y cautela,
había ido construyendo ladrillo  a ladrillo
durante el devenir de su existencia.


Y ella los hizo caer
con una sóla de sus ráfagas de risa.
Así.
Sin más.


Ahora le tocaba a él
reformar sus propios cimientos.
Recoger las cenizas del incendio
del pasado.


Y dejarlas flotar
para
siempre
en el mar de aquella mujer de sal
que le había
devuelto
a
la
vida.
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sábado, 14 de abril de 2018

Sonido 2.0















Voy a pintar su mirada.
Un simple boceto en el aire
y a regodearme en la paz 
que, recuerdo, me invadía
cuando le tenía justo aquí.


Donde el aire se quitaba de en medio
para hacerme el humilde favor
de sentirle más cerca.


Dejadme.


Que es el momento del día
que dedico a revolcarme
en su sonrisa blanca;
el instante en el que rememoro
los momentos de música,
de inocencia,
de pureza.


De esa pulcritud que fabricas
sin querer queriendo;
de esa que contagias
a kilómetros de distancia.


Tan tuya.
Tan mía.
Tan...









sábado, 10 de febrero de 2018

Apareciste.







Se me han caído las costuras
sin haberlo planificado;
y es que a veces la vida
toma decisiones por ti,
sin consultarte o pedirte siquiera
una mínima pista a la hora
de descifrar ese inconcluso acertijo
que es nuestro propio camino.


Yo, que me creía témpano frío
para mi  misma
y hoguera y salvadora del rebaño;
ahora me descubro rescatada por tus palabras
y a cubierto en tu mirada terrenal,
como si hubiese vagado a  la intemperie
en medio de un holocausto absoluto
todos los días que me pesan en la espalda.



Y es que a veces es mejor no preguntar al corazón: 
dejarlo latir libre, con las alas bien desplegadas 
y la cabeza encerrada en el sótano de la experiencia, 
que no hace más que anclar con sus cadenas de daños y heridas
a un pasado que no cabe en los bolsillos del presente. 










jueves, 18 de enero de 2018

Mar bendito.








- Préstame tus ojos-
te rogué en silencio
desde mi vientre
cuando tus palabras
humildes, blancas,
atravesaron el cielo
como bengalas,
iluminando la noche.


Préstamelos
sólo por un instante,
que me encargaré de
hacerlo eterno en mi memoria,
como el niño cae hipnotizado
al escuchar su cuento favorito.


No lo sabes,
pero desde que aterrizaste
has plantado tu semilla de inocencia
en mis manos obreras,
y sólo pienso en desplegar alas
y volar en dirección
a tus cicatrices,
a tus costuras.


He vuelto a recordar
gracias a la sencillez
de tu boca trasparente
que mi credo es reconstruir el arte;
que vivo para conquistar el presente:


que 
creer 
es 
crear.








lunes, 1 de enero de 2018

Cambio y Deshielo.

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¿Y qué
si, tan sólo esta vez,
provoco el deshielo a mi paso
por arriesgar
sin medir las consecuencias
de cada una de mis decisiones?




¿Y qué
si camino en dirección a tus costados
con una venda en los ojos,
las manos atadas al pecho
y el corazón desvalido,
cosido por un millón
de hilos rojos?




Lo único a lo que aspiro
es a que mi piel
vuelva a oler 
a
inocencia
a
primeras
veces.



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