domingo, 22 de diciembre de 2019

Humo y cigarrillos.











Mi boca se queda aquí
enterrada en el mar.


Mi boca húmeda, espesa,
rebosante de palabras y de ganas,
se ha plantado en tierra
y no quiere moverse.


Le he instado a que huya,
libre. Que corra en dirección
a tus labios. Pero me ha 
pedido,
de rodillas,
que espere.


Que hace frío y tiene miedo y sabe a sal
y está manchada de carmín y tú no lo
sabes todavía.


¿Qué más puedo hacer?
Me ha hablado fuerte y fiera.
Necesita aire. 
Y tú, 
mereces ser dueño del tiempo
que te separa
de ser libre.








jueves, 5 de diciembre de 2019

Y llegaste. Y...









Siento que
las olas explotan a mis pies;
tú tarareas 
en la luz 
que se quiebra. 


Emerjo 
desnuda limpia nueva salada
como un beso
en medio de la siesta. 


Y la brisa va llevándose mis rizos, 
mis peligros, la zona de expansión 
de los demonios
que he ido alimentando. 



Las piedras reflejan la sombra
que me quito, y un pájaro, 
enorme como un llanto, 
se marcha hacia otra tierra 
que ya no seré yo.  












sábado, 30 de noviembre de 2019

Pregunta en el aire.







Me has arañado
 un trocito de fe 
con las pestañas 
y ahora no quiero
lamerme la herida. 


Que sí, 
que te has llevado parte de lo que soy y lo que siembro 
y estoy justo encima del punto de no retorno. 


Dime tú, qué hago yo ahora 
con esta duna
 que crece grano a grano 
y se me amontona en la tripa. 





domingo, 30 de junio de 2019

Dar y recibir.











El "poco a poco" se ha
convertido en un mantra
que no puedo cumplir
desde que aterrizaste
justo
aquí:
en mi pequeño
campo de minas
particular.


Mi subconsciente
rememora los ángulos
de tu risa,
que se me han clavado
en las costillas
y ahora dueles
cuando respiro.


Le doy la vuelta
a los miedos,
por si en la cruz
encuentro algo
de valentía,
un atisbo de ese empuje
que a ti te sobra
y a mí me fascina.


Intento no agarrarme
a tus suspiros
cómo si fueran
el último borde
que me salvaría
de caer al fondo de mi
propio precipicio infundado;
Y a pesar de eso,
siento que ya lo estoy haciendo.


Que te me has colado
en las entrañas
y ahora quiero cuidar
cada uno de tus días;
y llenarlos de luz, 
de insomnio,
de carretera
y de toda la música
que me cabe en las manos.


Que me afano en no correr
porque me aterra 
que lleguemos a meta
y sólo nos quede
el premio de consolación;
pero es que esta brisa
que traes contigo
me despeina el alma
y me hace latir
más que nunca.


Y tengo que admitir
que sabes a primeras veces,
a inocencia,
y miradas limpias;
a besar con ojos cerrados
y poros abiertos;
a rozar sueños
y acabar haciéndolos realidad.




Esta realidad.





La nuestra.









domingo, 14 de abril de 2019

No lo sabes.










No lo sabes.
Nadie lo sabe.
Pero tengo un puñado
de escombros en el pecho
que no me dejan respirar.


Nunca oirás mis gritos
pero los asfixio contra la almohada
como si pudieran así
fundirse con la oscuridad.


Estoy rota por dentro:
sólo verás las migajas
que han ido arrojando
cada uno de mis fantasmas.
Vivo quebrada en silencio
pero lanzo sonrisas al aire.


Y así
esquivo tus ojos
por si me adivinan;
por si hurgan en cicatrices
que siguen abiertas
y  definen todos mis miedos.


No abras mi puerta.
Por favor.
Duelo demasiado.








sábado, 2 de febrero de 2019

Diario A.






Me das la vida, me la quitas y me la devuelves con una sonrisa, revuelta y llena de caos. Y tu olor me adormece, como una nana que susurra buenas noches. Quiero pedirte que te quedes, pero no puedo, porque estás aquí sin ser consciente de que hundiste los pies en mis tierras baldías, sin más abono que la cordura y un par de versos cojos, que no tenían padre hasta que apareciste con los brazos abiertos. Y me despojo del tiempo y me hago minúscula a tu lado; quiero - necesito - olvidarte, pero estás encadenado a mis ideas y la musa se fuga cogida de tu mano cuando nadie os vigila. Ojalá te vieras cómo yo lo hago: nunca te sentirías solo, porque la inspiración siempre estaría contigo.





.
.
.
.